EUROPA PRESS

9 mayo 2019

 

La mala circulación, ¿solo un problema estético o esconde algo más?

 

Tres de cada 10 mujeres que sufren síntomas de mala circulación reconocen que les da vergüenza mostrar sus piernas (28%), y dos de cada diez afirman que este problema ha afectado a su autoestima (21%). Por esta razón, la prevención y el tratamiento de la insuficiencia venosa crónica (IVC) o de la mala circulación implica un abordaje multidisciplinar, donde intervienen todos los profesionales sanitarios.

 

En concreto, las venas y las arterias juegan un papel fundamental en el correcto funcionamiento de nuestro sistema circulatorio, puesto que son las encargadas de transportar la sangre desde el corazón a todo el cuerpo en dos direcciones: desde el corazón a las diferentes partes del organismo (arterias), y de retorno al corazón (venas).

 

En el caso de las piernas existen fundamentalmente dos sistemas que permiten que la sangre venza la fuerza de la gravedad y regrese al corazón. Las válvulas que existen en las paredes de las venas, que sólo tienen un movimiento unidireccional ascendente hacia el corazón, permiten el flujo; y la llamada ‘bomba muscular’.

 

“Las venas de las extremidades inferiores se encuentran situadas entre los músculos, con lo que a cada paso que damos, se produce una contracción muscular que exprime las venas y permite el flujo ascendente de la sangre”, explican en una entrevista con Infosalus los médicos de familia de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN) Ana Piera Carbonell y Manuel Frías Vargas, y miembros del grupo de trabajo de Vasculopatías de la citada sociedad científica, junto a Noelia Tejedor García, farmacéutica comunitaria y vicepresidenta de la Sociedad Española de Farmacia Familiar y Comunitaria (SEFAC) de Madrid.

 

Cuando las venas de las piernas pierden elasticidad, se dilatan y provocan que las válvulas estén muy separadas unas de otras, y no cierren bien. Como consecuencia, la sangre, atraída por la fuerza de la gravedad, se acumula en las piernas, produciendo la llamada ‘enfermedad venosa crónica’ o IVC, o simplemente ‘mala circulación’, una enfermedad cuyas principales manifestaciones son las varices y las piernas cansadas.

 

En concreto, estos expertos puntualizan que los síntomas de la IVC afectan al 30% de los adultos españoles, a unos 15 millones de personas, de las cuales se estima que un 60% de los casos no están diagnosticados. Estos además aumentan con la edad, de forma que a partir de los 50 años la mitad de la población la padece, siendo las mujeres las que más.

 

“En muchas ocasiones, el propio paciente infravalora esta enfermedad, ya que habitualmente no representa un problema grave para la salud. Eso sí, esta patología vascular merma severamente la calidad de vida personal y laboral de las personas que la sufren, y supone un problema sanitario de primera magnitud. De hecho, según datos del ‘Vein Consult Programme’, más del 67% de los pacientes que acuden a su médico de familia presentan síntomas de IVC por lo que resulta fundamental prevenirla y tratarla cuanto antes”, añaden los especialistas, a la vez que advierten de que el control de sus signos y de su evolución es importante para evitar que el paciente presente complicaciones, tales como la trombosis en las piernas.

 

Principales síntomas y el papel de la prevención

Entre los principales síntomas de una mala circulación, aunque todo depende de la persona, se incluyen: dolor, pesadez, piernas cansadas, calambres, prurito, sensacion de calor y malestar estético. “Los signos incluyen las telangiectasias (arañas vasculares) y varices con diferentes formas. Es importante comentar que si no hay mejoría de los síntomas y signos, se puede producir una úlcera en la pierna afectada”, alertan los doctores de SEMERGEN y la SEFAC Madrid.

 

Entre otros factores que pueden favorecer la ICV se encontrarían, según citan los especialistas: los factores hereditarios, el embarazo, las alteraciones hormonales, el sobrepeso y los malos hábitos alimenticios, la vida sedentaria y la inactividad, el factor ocupacional (que lleva a estar muchas horas de pie o sentado, o que implica muchos largos viajes en periodos cortos de tiempo, por ejemplo), así como el calor.

 

La IVC es una enfermedad progresiva que puede derivar en problemas mayores. Por ello, son tan importantes los diferentes tratamientos que existen para abordar esta afección, como el seguir las medidas de prevención para controlar y evitar que esta patología crónica vaya a más.

 

Actualmente, estos expertos resaltan que no existe un tratamiento definitivo que permita evitar o recuperar totalmente el daño producido en el sistema circulatorio, puesto que en el desarrollo de la mala circulación influyen ciertos factores que no se pueden controlar, como son la predisposición genética o las alteraciones hormonales, entre otros. No obstante, celebran que si hay disponibles diversas medidas y una serie de hábitos saludables con los que se puede prevenir esta patología, así como evitar sus complicaciones:

 

Adopción de hábitos de vida saludables: Los hábitos de vida tienen un papel fundamental en el desarrollo o prevención de la IVC. Pueden suponer una vía para aliviarla. La practica de ejercicio físico regular, evitar el sedentarismo y la obesidad, eliminar el alcohol y el tabaco, son vitales, sobre todo por su papel potencial para el desarrollo de complicaciones.

 

Terapia compresiva: Las medias terapéuticas son la medida fundamental frente a la IVC. Su función es ejercer presión sobre las piernas para facilitar el buen funcionamiento del sistema de retorno venoso y, por lo tanto, que la sangre ascienda correctamente. Ejercen una presión decreciente desde el tobillo hasta la cintura (panty), rodilla (medias cortas), o ingles (media larga), siendo las más adecuadas las medias largas hasta raíz de muslo. A la hora de recurrir a esta solución, se deben tener en cuenta las características de cada persona. Es importante que las medias se coloquen lo antes posible, para evitar la formación de edemas.

 

Terapia farmacológica: Existen sustancias que suelen ser reducir la fragilidad capilar y cuya intención es mejorar los síntomas (pesadez, dolor, picor y edema).Pueden ser administrados de forma tópica, como geles y cremas, o bien de forma oral, como capsulas y comprimidos. No obstante, estos tratamientos son complementarios, y en ningún caso reemplazan la terapia compresiva.

 

Tratamiento quirúrgico: En ciertos casos puede ser necesario recurrir a la cirugía para intentar corregir el problema de fondo, eliminando la vena afectada del organismo. La cirugía de varices esta indicada en los pacientes con varices esenciales sintomáticas, con una calidad de vida aceptable y un riesgo quirúrgico asumible. En la actualidad existen diferentes técnicas quirúrgicas frente a las varices.

 

“La patología varicosa es un problema de salud de primera magnitud, puesto que merma la calidad de vida de quienes la padecen, y puede conllevar complicaciones de gravedad durante su evolución. Asimismo, la vertiente estética de la insuficiencia venosa crónica puede llegar, incluso, a afectar emocionalmente al paciente”, sentencian los doctores.